Intensivo del fin de semana

Este fin de semana he guiado un taller intensivo de interpretación e improvisación.
Lo pongo de esa forma tan rara porque nunca sé como llamarlo. No me gusta pensar en profesores de teatro, si acaso maestros, y yo no sé si algún día me consideraré como tal.
Todo esto puede sonar místico, pero la verdad es que nos lo pasamos muy bien. En esta ocasión nos juntamos 5 personas con muchas ganitas de jugar, y jugamos. Creo que 12 horas son pocas para comprender (sobre todo para que comprenda el cuerpo y no solo la mente), a pesar de ello creo que algo aprendimos.
Me parece algo precioso el ser testigo de estas cosas.
De hecho, en todos los talleres que he tenido y tengo me siento una privilegiada por ver las cosas que pasan allí.
Uno de los grandes placeres es, por supuesto, el de las cañas de luego. Esta vez, uno de los presentes, Malignus, me concedió el Sábado el placer de su compañía y de una agradable conversación.
Tambien estaba en el taller un chico que entró en la facultad el mismo año que yo y que me vió en mis primeras obras de teatro. Que fuerte. Yo no le conocía a él, claro, apenas me sonaba un poco su cara, pero él fue a verme actuar todas las veces. Incluso me dijo que recordaba mi monólogo, que le había impactado mucho. Aquel monólogo. Yo estaba caracterizada de Edith Piaf, el texto era de J. Cocteau. Y era muy intenso. Hace 12 años.
¿Conseguiré escribir algo en este blog que no lleve referencias al pasado?
Esta tarde voy al teatro, tal vez mañana haya suerte, pero lo dudo, y más teniendo en cuenta quien estará allí.